Las cartas del abuelo Pepe.
Han circulado en nuestras familias, fotocopias de unas cartas manuscritas que dejó a sus hijos nuestro abuelo José Leandro. Ninguno de sus nietos lo conoció, por lo que estos manuscritos son una de las pocas cosas que nos permiten conocer un poco de cómo era su pensamiento. Es casi un mensaje para sus descendientes que debería llegar a todos y es por ello que consideramos que este es un buen lugar para difundirlos. Como no son fáciles de leer, los transcribimos para su mejor comprensión.
La escritura de los manuscritos fue realizada en 1933, cuando el abuelo tenía 58 años y cinco años antes de su fallecimiento. Su lectura nos muestra a una persona muy religiosa, moralmente recta y muy preocupada por el futuro de sus hijos, algunos aún niños en esos días. Transmite una sensación de que su vida se está terminando y como es una persona muy creyente pone toda su esperanza en la vida eterna junto a su querida Mecha. En sus fotos de veinteañero se muestra con un rostro serio pero alegre cosa que no se observa de más grande. Hay dos hechos en su vida de adulto que lo marcan. En 1924 fallece nuestra abuela en su último embarazo y queda viudo con 9 hijos chiquitos, y unos años despues la sordera de los Bas lo empieza a afectar y debe dejar de trabajar como médico. Son tiempos de tristeza y angustia por la pérdida de su esposa y su trabajo y es en este contexto en que escribe sus cartas, que son un legado de lo que desea para sus hijos pero que también que muestran sus sentimientos al redactar algo que es casi un testamento.
Tomas Nores Caballero Gustavo Nores Moyano
José L. Nores, de estado viudo, argentino, casa-
do con Mercedes Moyano, a quien Dios
dispuso llevarla antes que a mí, nacido en la
Falda del Carmen, Departamento Santa
María, Pedanía Lagunilla, el 13 de Mar-
zo de 1875.
Soy por la gracia de Dios, católico, apostó-
lico, romano que fue la religión de mis pa-
dres y en la cual quiero vivir y morir y si
él me la hubiera exigido, la vida por nuestra
santa fé y para su mayor gloria la hubiera
dado gustoso, para que por medio de ella, lle-
gar más pronto al seno de la gloria, de nues-
tro Creador y Salvador.
Llevado de ese santo amor hacia él, fui á
visitar los Santos lugares de Jerusalen, cuna
de su nacimiento y de su crucificción y en
donde casi perdi la vida, por una insolación
pero plujo á él no llegara la hora
para mí y volvi sano de mi viaje por Pa-
lestina para el bien de Udes.
Despues de la muerte de mi Mecha, no
me quedo en la vida ningún apego a ella y so-
lo he pensado en Udes mis caros hijos y en pe
dir a Dios, en mis continuas comuniones
y oraciones, el poder estar un tiempo más
al lado de Udes, que quedaron muy niños
huérfanos, para poder vigilar su instruc-
ción y la educación moral y sobretodo la
religiosa, é inculcar en sus almas, el santo
temor de Dios, para que puedan con
ellos salvar sus almas, que constituye pa-
ra todos nosotros nuestra unica esperan-
za, ver á Dios en el reino de los cielos, donde
no habrá ya más separación, ni sufri-
mientos tan crueles ni que sangre el corazón por ellos
Por lo tanto hijos queridos, reciban esta
mi última bendición y aqui en el mun-
do para que no olviden nunca a sus pa-
dres, lo que hicimos por Udes, aunque su-
fran Udes, lo que él no permita por el
bien de nuestras almas.
Hasta el cielo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu
Santo Amen.
A mis hijos, mis advertencias
1° En mi entierro que se haga sin lujos ni obsten-
tación alguna, modestamente como fue
mi vida, y que sea llevado, en un coche co-
mún y de dos animales, al cementerio
San Jerónimo, para ser colocado en nues-
tro panteon, junto al ataud de Mecha y
despues de un tiempo que se nos ponga en
tierra en un nicho ú osario común den-
tro del jardín, donde descansan nuestros
padres.
2° Que para una mejor atencion de todos los hi-
jos y por el bien material de todos, que pro-
curen vivir reunidos, porque así les alcan-
zará lo que les quede y no pasarán
necesidades, estando todos juntos, siempre
que sea posible, como cuando yo vivía, que
nunca les faltó nada, gracias a Dios.
3° A las hijas es mejor, que estén en el
Colegio del Huerto, pupilas o medio pupilas
segun dispongan tambien, para el bien de
ellas el tutor de ellas, que les he nombrado.
4° Procuren los hijos mayores hacer el mayor bien
posible por todos sus hermanos menores y que
será la salvación de ellos, y con eso, harán
las veces de sus padres, que ya no los tienen
y que haciendo, lo que les pido por Dios, les
lloverán las bendiciones nuestras desde el
Cielo y es donde esperamos reunirnos
todos, para dar gracias a Dios, por los
beneficios recibidos de sus manos y que es
en primer y en último lugar, la salvación
de nuestras almas, para gloria de Nuestro
Señor.
5° A los hijos que comulguen todos los primeros
viernes ó domingos por Udes y por nosotros
y que no falten a las reuniones de los Lunes
los Domingos, en la Compañía, comul-
gando los días de regla.
6° A todas las hijas que traten de comulgar
grandes y chicas, todos los domingos y fies-
tas principales y que se acuerden de rogar
por sus padres, que tanto necesitarán
de sus comuniones y oraciones, en el Pur-
gatorio y oigan misas diarias, siempre
que sus ocupaciones ú obligaciones del hogar
se lo permitan.
7° Que no dejen de rezar el Santo Rosario parti-
cularmente en la Iglesia ó todos juntos por
las noches es mejor como acostumbraba
yo hacerlo en el campo, y porque en la ciudad
lo rezo en la Iglesia y que no se acuesten
sin rezar las oraciones propias del día.
8° Que en lugar de ir a biógrafos que son
cada día más inmorales, se junten y se entre-
tengan en casa haciendo algo de utili-
dad para Udes y sus hermanos, ó visi-
tando á sus primas hermanas ó á fami-
lias religiosas, de la vecindad.
9° A las niñas grandes, que vigilen siempre
la moralidad del servicio, porque cuan-
do no son religiosas, pueden hablar cosas
que á las chicas no les conviene saber
y que en todo se fijan.
10° Que procuren que haya siempre el orden
debido en casa, procurando que las hijas
menores, no queden solas de noche y
que se acuesten temprano, sobretodo en
invierno, por temor á enfermedades por-
que asi, serán más sanas y no habrá
enfermedades serias y gozarán de buena
salud, como hemos sido nosotros, por
el cuidado, que tubiéron nuestros pa-
dres, de hacernos acostar temprano.
11° Por favor y por Dios se los pido, no se acos-
tumbren á ir á ningun teatro, porque
són completamente inmorales y á los
hijos á los clubs donde se juegue y
menos a los hipódromos por igual
causa, porque perderan el pan de sus hi-
jos, junto con la tranquilidad de sus ho-
gares y en donde ante reinaba la felicidad,
vendrán las lágrimas y aflicciones
y más aún, lo que Dios no permita, le
sobrevenga la sordera como á mí, que fué
mi cruz pesada, dada por Dios, para
bién mío y que me costó tanto, el poder tra-
bajar más para el bien de todos Udes.
José L. Nores
Para Pepe ó los hijos
P. D. Las casas de la calle Entre Ríos y las del
Mercado por temor a incendio quedan
aseguradas á partir de esta fecha por cin
co años para que en caso de siniestro,
tengan con que edificarlas de nuevo.
Al diario del Pueblo me suscribiré,
tambien por varios años, para que
tengan diarios católicos como los Prin-
cipios y no entren en casa diarios
malos y que ataquen nuestra Santa
Religión ni su Iglesia con el Vicario
de Dios al frente como hay varios.
En política sean independientes y ja-
más se aten las manos a un solo par-
tido y que su norte en ello sea elegir
los mejores hombres, siendo para el
bien del país y de la patria, sino tam-
bien y es lo principal, que sean católi-
cos y que cumplan con la constitu-
ción, que es la religión del estado y
nada más.
No gasten dinero en política
porque es perder, el pán de sus hijos y el
bienestar de sus familias y esto lo di-
go porque veo a Pepe y a Manuel muy
metidos y preocupados en ella y que
solo deben pensar en el bien de la
Patria, que es la gloria de ella y la felici-
dad de todos.
Es mi voluntad que no se pida á nadie un centavo para
placa en mi tumba, solo mi nombre como el que tienen
mis padres y si se juntase algo, solo para misas y
para el bien del Asilo de Misericordia para tuberculosos.
José L. Nores
P.D. Mis últimas palabras y consejos que les doy, les pido
que, aunque les cueste leerlas y con lágrimas, una ó veinte veces
lo hagan siempre, porque no quiero que las olviden pronto
y que le sirvan de guía, en este camino tan tris
te y peligroso que es la vida, para santificar sus vidas y
sino ser mejor antes.
Nombro albaceas dentro de estos, como también nombro
al Tutor General de los pocos bienes que dejo en casas y campos
para todos los hijos menores que no tengan edad suficiente
para administrar sus bienes, cuando Dios disponga llamar
me hacia él y juntarnos con mi Señora, alla en el cielo
en donde me ha esperado tanto tiempo.
Dios los bendiga a todos.
P.D. Mis disposición sobre
mi entierro van dentro escritas
en un papel.
Sobre mi entierro
No quiero lujos de ninguna clase, en un
coche comun para ese fín, con solo dos
caballos y que no se moleste a nadie, invi-
tando y anunciando solo por el Diario Los
Principios la hora del entierro.
No quiero corona artificiales de ningu-
na clase y si solo algunas pocas flores,
si es que las merezco, por servicios que ha-
lla prestado en mi vida.
El cajon que no sea nada lujoso pero
si fuerte con un Santo Cristo en la tapa.
No quiero más lápida sobre mi tumba
que un pequeño marmol, como tienen
mis padres y mi señora de 15 centímetros
por 30 y si por casualidad y espontaneamen-
te se juntara algo, entre amigos, para misas
y para el Hospital de tuberculosos de la
Misericordia.
