Alejandro Nores Martinez
Alejandro Nores Martinez heredó de su tío, el Padre Agustín, la pasión por la poesía. Su obra es conocida principalmente por sus “Ovillejos”, que paradojicamente nunca fueron registrados a su nombre ni publicados oficialmente, ya que fueron escritos a máquina sobre simples papeles que se distribuyeron de mano en mano por toda la ciudad. Por sus ovillejos es considerado uno de los más importantes representantes de la “Poesía satirica de Argentina”, y con ellos críticó, en forma burlesca y desde adentro, a personajes de una sociedad provinciana y tradicional. Fue un transgresor para su epoca y era lo que le gustaba a la gente. Su lenguaje procaz y sarcástico llevo a la ofensa de algunas personas y a la estigmación de sus ovillejos, pero su obra poética es más completa, aunque no tuvo la divulgación y el éxito de sus pequeños versos. Publicó dos libros de poesía que ya están agotados, pero parte de sus contenidos pueden encontrarse en la red. De alli rescato lo que para mi son sus dos mejores poemas; serio el primero, sarcástico el segundo:
BANDERA
Tremolando en el cielo la bandera
No parece bandera, sino cielo;
O la bandera se pintó de cielo,
O el cielo se ha pintado de bandera.
Yo bendigo mi cielo y mi bandera,
Porque en este anhelar, bandera o cielo,
No hallo mejor bandera que mi cielo,
Ni otro cielo mejor que mi bandera.
Pueden, bajo bandera o bajo cielo,
Blasfemar contra el cielo o la bandera
Quienes no crean en bandera o cielo.
Que mientras en el cielo haya bandera
Y en la bandera de mi patria, cielo,
Será bandera y cielo mi bandera.
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A mediados del siglo pasado, en la intersección de la Avenida Velez Sarsfield y Boulevard San Juan existía una plazoleta con una estatua del procer “abrigado” y a unos 100 metros sobre el boulevard, la estatua del “Indio Bamba” desnudo y con los brazos abiertos mirando hacia el poniente, donde estaba Dalmacio. Esto inspiró a Alejandro el siguiente poema:
A DOS ESTATUAS
En el Boulevard San Juan
Dalmacio, bien arropado
y un indio desabrigado
en dos estatuas están.
Hacia el hermoso gabán
tiende los brazos con brío
el indio, y, Dalmacio mío
le suplica de este modo,
préstame tu sobretodo
porque me cago de frío.
Algunos poemas de Alejandro (PDF)

